El hombre enigmático.
Siguiendo con la descripción de los personajes que conviven conmigo en la terraza de la cafetería ya relatada, le toca el turno, por orden aleatorio al hombre enigmático. Este hombre, de unos 70 años y que viste siempre de camisa de color claro, bien planchada y pantalones de pinza de color gris, se sienta todas las mañanas a una hora incierta (a cualquier hora que llegue yo de la mañana él ya está sentado). Éste hombre, aunque compañero de terraza desde hace 2 años, es un compañero con el que jamas he cruzado una palabra, porque jamás he cruzado con él una mirada (lo que da pie a iniciar una conversación). Siempre que lo veo, lo encuentro sentado en su silla sin necesidad de utilizar el respaldo, ya que necesita estar echado hacia delante para poder estar más cerca de su periódico Las Provincias. Lo lee de p a pa, no se salta ni una hoja, salvo la de contactos. Su nivel de atención es encomiable, aunque he de confesar que me resulta un absoluto misterio que le quita tanta atención de este periódico. Pese a que yo comparto el gusto por leer prensa, se me escapa que tiene ese periódico para atraparte tanto. Cuando he conseguido cazar el periódico ( que es de la cafetería, así como el Levante y El País), lo cojo con ansiedad sabiendo que algo muy interesante debe desvelarte sus páginas. Pues bien, aquí viene lo enigmático, no encuentro nada que te atrape de esa manera. Te cuentan lo que quieren, te dicen quienes son sus malos y sus buenos, es decir, un periódico más dentro de la mediocridad, aunque a mi me encante leer la prensa. De echo, entiendo que lo más jugoso del periódico es justamente aquello que se salta. Cuando veo, al señor enigmático, apuntar algunas cosas recién leídas y tapándose con la mano para que nadie le vea, no puedo dejar de pensar que este señor es capaz de leer cosas que yo no soy capaz de ver, o bien, que en éste periódico hay mensajes cifrados, seguramente importantes, que le adelanten cual va a ser la siguiente putada que vamos a sufrir. Prometo que si supero el miedo a dirigirme a él, se lo preguntaré y os lo contaré. Atentos.
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